TODO UN RETO
Stephen King ha inaugurado el nuevo milenio sacudiendo los cimientos de la industria editorial. Riding the Bullet apareció el 14 de marzo directamente en Internet, sin pasar por el papel y, por tanto, prescindiendo del hasta ahora intocable triunvirato autor-editor-lector. Para estupefacción de todos, el maestro del terror se había saltado el gran intermediario sobre el cual gira la edición de libros tal como la entendemos desde siempre. Su propuesta despertó tantas expectativas que Riding the Bullet, lanzado directamente en la página web de Simon & Schuster, la editorial que hasta ahora ha publicado las obras de King, alcanzó los 400.000 ejemplares en menos de veinticuatro horas y el exceso de demandas bloqueó el acceso a la página y saturó el sistema. Es la primera vez que un autor de fama mundial decide valerse de Internet y, de paso, bautizar «oficialmente» un fenómeno que algunos denominan «literatura virtual» y otros «libro electrónico». Salvando las distancias, estamos ante una revolución .que podría equipararse a la de Gutenberg. La iniciativa de King constituye un mojón histórico que, con independencia de los vaivenes a que se vea abocada esta nueva relación autor-lector, nos obliga a pensar en una manera de entender la literatura no basada indefectiblemente en el libro-objeto, con todos los rituales públicos y privados que éste siempre ha conllevado. La cultura occidental, en particular a partir del Renacimiento, ha hecho del libro el receptáculo por antonomasia del conocimiento y, a partir de ahí, ha modelado nuestra imagen del mundo y de la vida, convirtiendo el libro casi en objeto de culto. Para comprobarlo basta con reparar en las bibliotecas y universidades: recintos muy parecidos a las iglesias donde, además de exigirse silencio, se conserva y transmite -manuscrito y/o impreso- el conocimiento. Dado que este conocimiento requería necesariamente plasmarse en un soporte físico de difícil producción y capaz de ser detentado como posesión material, inicialmente el libro suponía poder. Quien tenía conocimiento, es decir quien tenía acceso a los libros, tenía poder. Este hecho revistió al libro de una aureola casi sagrada. Así, durante siglos, y en especial durante la Edad Media, la inmensa mayoría de la población hubo de contentarse con el conocimiento empírico, que no da ningún poder ya que se adquiere por el simple devenir de la vida, reservándose el conocimiento contenido en los libros a los poderosos: la casta sacerdotal, los estudiosos y los príncipes. La imprenta de Gutenberg inició la democratización del libro, permitiendo que, poco a poco, el pueblo llano tuviese acceso al conocimiento, ahora impreso. A su alrededor se creó y fortaleció la figura del intermediario, el editor, sin el cual la transmisión del conocimiento no hubiese llegado nunca al gran público.
Sino sabes como descargar el libro, te dejo un turorial AQUI
No hay comentarios:
Publicar un comentario