Decir que el matrimonio de Beaver no había sido un éxito era como decir que el lanzamiento del Challenger había tenido contratiempos. Joe Clarendon, alias Beaver, y Laurie Sue Kenopensky duraron juntos ocho meses; luego... ¡catacrac! Adiós, muñeca, y a barrer los destrozos. Beaver no es de los que se amargan la vida. Pregúntaselo a cualquiera de los que salen con él y te lo dirá. Lo que ocurre es que pasa una mala racha. A sus amigos de siempre (los que considera amigos de verdad) sólo les ve una vez al año, durante la semana de noviembre en que se reúnen, y en noviembre pasado él y Laurie Sue aún estaban juntos. Vale que estaba la cosa negra, pero aún no se habían separado. Ahora se pasa la mitad del día (demasiado, lo reconoce hasta él) en los bares del puerto viejo de Portland: el Porthole, el Seaman's Club y el Free Street. Bebe demasiado, fuma demasiados porros y casi todas las mañanas le disgusta lo que ve en el espejo. Sus ojos enrojecidos esquivan el reflejo, y piensa: Debería salir menos, o acabará pasándome como a Pete. Cágate lorito. Menos bares, menos salir cada día... Que sí, tío, que muy buena idea, pero luego
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